DIETA ALCALINA y SALUD: ¿cura el cáncer?
Cada
vez más se leen noticias relacionadas con la Dieta Alcalina y la salud. En esta
entrada quisiera adentrarme un poco en el concepto que hay detrás de esta
corriente dietética.
El concepto de
dieta alcalina surge a partir de la necesidad de cambiar unos hábitos
dietéticos “acidificantes” que se consideran nocivos para la salud y como una posible
causa de las principales enfermedades crónicas no transmisibles que azotan a
nuestra sociedad, incluyendo el cáncer.
En
esta corriente dietética, lo importante es mantener el pH en el medio celular y
extracelular en valores fisiológicos -en un ambiente ligeramente alcalino-,
para que nuestro organismo se mantenga sano.
En
mi opinión, el concepto del valor del pH en el que se sustenta esta corriente
dietética, si bien es importante para preservar en buen estado nuestra salud, no
es el único origen de estas patologías crónicas y tampoco es la dieta alcalina el
único remedio.
Para
mí, las vitaminas, minerales y otras sustancias bioactivas que acompañan a los
alimentos son un pilar importante en el concepto de dieta saludable. Como
sabemos, los alimentos ricos en estas sustancias saludables son principalmente
las verduras y hortalizas, las frutas, frutos secos, semillas y aceites
vegetales y los cereales refinados. Como comenté en una entrada anterior, la
OMS recomienda el consumo de 5 raciones diarias de verduras y frutas de
temporada para preservar y mejorar la salud.
Curiosamente,
“la dieta alcalina” se basa
precisamente en introducir más alimentos con efecto alcalinizante para
compensar el exceso ácido que la dieta actual produce y que obliga a nuestro
organismo a utilizar constantemente mecanismos reguladores para mantener el pH
en el rango fisiológico adecuado.
Estos
alimentos alcalinizantes son
principalmente verduras, frutas y cereales integrales. Además, se han de reducir el consumo de alimentos
acidificantes como son los hidratos de carbono refinados, las carnes y
embutidos, los alimentos procesados, etc. Todo esto es la base de una dieta
saludable, por lo que en este
concepto de dieta alcalina coincide en muchos aspectos con los principales criterios
de una dieta saludable.
El
organismo humano dispone de mecanismos reguladores para mantener el pH en un
rango de valores adecuado (entre 7,35 y 7,45, que son valores ligeramente
alcalinos), pues un valor fuera del
rango indicado pondría en grave riesgo la salud y con cifras menores de 6,8 (acidosis)
o mayores de 7,8 (alcalosis) se produciría un desenlace fatal si no se corrigiera
a tiempo.
Los principales mecanismos reguladores son
los sistemas amortiguadores, la respiración y los riñones/piel. Si bien
estos mecanismos de regulación del pH interno son muy complejos, y sus
conceptos fisiopatológicos muy amplios; en las explicaciones habituales de los
seguidores de esta corriente dietética se centran principalmente en que para
regular este pH se usan sistemas amortiguadores a partir de los minerales
extraídos de las reservas orgánicas almacenadas (principalmente Calcio,
Magnesio, Potasio y Sodio) que contrarrestan la acidez pero generando un agotamiento
de las reservas de estos minerales; y con el tiempo, estos mecanismos pierden
eficacia y se genera un ambiente “ligeramente ácido” en las células y en el espacio
extracelular que favorece la fisiopatología de muchas de las enfermedades
crónicas relacionadas con la dieta. Para controlar este pH, utilizan la
medición con tiras reactivas el pH de la orina (la segunda orina de la mañana)
o de la saliva.
NOTA:
tener un pH en la orina o saliva que sea ácido o alcalino no quiere decir que
en las células y en el líquido extracelular (incluyendo la sangre como reflejo
del mismo) tengamos un medio ácido o alcalino, sino que se están utilizando los
mecanismos fisiológicos de regulación del equilibrio ácido-base y no
necesariamente indica que nuestras células y tejidos estén en un ambiente ácido
que predisponga la aparición de la enfermedad. Sin embargo, es bien cierto que
el funcionamiento de nuestro metabolismo y en especial de las enzimas que
participan en multitud de procesos necesarios, es óptimo a unas condiciones de
temperatura y pH adecuadas y que cambios crónicos en el pH afectan a la
eficacia de estas enzimas y producen alteraciones fisiológicas. Es por ello que
el organismo dispone de los mecanismos reguladores necesarios para mantener el
pH en los límites adecuados y fallos en estos sistemas producen alteraciones
graves de salud que se manifiestan por acidosis o alcalosis. Estos fallos requieren de una corrección médica urgente y
el problema no suele tener relación directa con los hábitos dietéticos de
quienes lo padecen (eliminando ciertos excesos o uso de sustancias tóxicas).
En
mi opinión, pienso que se exagera a la hora de explicar que la causalidad de
estas enfermedades crónicas es principalmente derivada de una dieta ácida y una
consecuencia de causar de modo habitual ambientes celulares y extracelulares
ácidos que dañan el funcionamiento normal de la célula y favorecen el
desarrollo de microorganismos y/o de células cancerígenas que se desenvuelven
mejor en medios ácidos y, según postulan algunos de sus seguidores, no lo
harían en medios alcalinos. Algunos llegan
a decir que la cura del cáncer sería muy sencilla, simplemente con una dieta
alcalina que permita recuperar el pH adecuado en nuestras células y tejidos.
En
internet descubriréis muchas páginas y videos en donde hablan de la cura del
cáncer con una dieta alcalina, o mediante el uso de bicarbonato sódico;
especialmente el de un médico italiano (un oncólogo llamado Tullio Simoncini, a
quien al parecer le han retirado la titulación de médico) que dice haber curado
casos de cáncer inyectando bicarbonato sódico en ciertos tumores y que ha
postulado que la causa del cáncer es un hongo, la Cándida albicans.
Por
desgracia, en este mundo de la salud se mueven muchos intereses, especialmente
el económico, que están detrás de industrias que podrían boicotear muchos
tratamientos, pero que también están detrás de muchos “visionarios” que hacen
uso del ataque a esta realidad económica de una parte de la industria
farmacéutica para postular que sus “investigaciones” son “las verdaderas” pero
que la industria quiere silenciarla porque no suponen nuevos fármacos que
enriquezcan a unos pocos.
Yo
puedo estar de acuerdo en que para una parte de la industria farmacéutica pueda
ser más interesante mantener enfermos crónicos que curarlos, pues eso supone
usar medicamentos a diario que engordan sus cuentas de resultados. Pero ello no
quiere decir que porque esto sea así, signifique que con el uso de bicarbonato
sódico se cure el cáncer o bien que la causa sea un hongo. Ojalá fuese así de
sencillo. Estoy seguro que entonces muchas madres y seres queridos de médicos (oncólogos
y no oncólogos) no habrían fallecido de cáncer.
Mi
recomendación es que seguir
una dieta equilibrada también debe incluir un criterio de control del pH pues aunque
el equilibrio ácido-base es un mecanismo fisiológico que permite regular y mantener
la homeostasis para el correcto funcionamiento de nuestro organismo (al
igual que se regula la temperatura corporal y los niveles de multitud de
sustancias), debemos evitar que nuestro
organismo tenga que hacer un uso habitual y excesivo de estos mecanismos
reguladores poniéndoselo más fácil o menos difícil, como lo queramos ver. Viene
a ser como el dicho que más vale prevenir
que curar, si no contribuimos a generar ambientes muy acidificantes no
tendrá que utilizar estos mecanismos reguladores en exceso.
Pero sólo es un pequeño factor a tener en cuenta, lo importante es realizar una dieta equilibrada en macro y micronutrientes, realizar actividad física adecuada y evitar castigar a nuestro organismo con el
uso y exposición a tóxicos o al estrés psíquico y físico. Por tanto, si bien el
concepto de control del pH es poco
conocido, deberíamos empezar a
tenerlo en cuenta como un factor más a controlar, pero en mi opinión, no como
la causa principal de estas dolencias crónicas que azotan a nuestra sociedad.
La dieta y el cáncer están relacionados,
para lo bueno y para lo malo; debemos hacer especial hincapié en la
prevención como la principal herramienta para disfrutar de una adecuada calidad
de vida, actual y futura.
Cuando el
cáncer ya apareció, la dieta se debe convertir en una herramienta terapéutica
más que debe ser evaluada por su médico y oncólogo para adaptarla a tus
necesidades y haciéndote partícipe de tu tratamiento. Sin duda una dieta
adecuada favorecerá una mejor evolución; al igual que disminuir la exposición a
tóxicos, realizar actividad física adecuada y mantener un adecuado
afrontamiento psicológico ante esta enfermedad. Debemos favorecer la lucha
dotando de herramientas a nuestro organismo para frenar o acabar con la
enfermedad. Esta batalla se debe hacer desde muchos frentes, incluyendo la
quimioterapia y radioterapia, que aunque generan muchas víctimas colaterales
pueden suponer el punto de inflexión en la guerra. Creo que confiar en tu
oncólogo y afrontar un tratamiento multidisciplinar que además de la cirugía,
quimioterapia y/o radioterapia aborde aspectos de apoyo psicológico, dietético
y de estilo de vida.
Sea como fuere,
está demostrado que el consumo habitual de los alimentos que coinciden con los alcalinizantes,
como son las verduras y frutas, ayudan a preservar y mejorar la salud, ya sea
por su aporte mineral, de vitaminas, fibras y otros fitoquímicos, como por su
efecto alcalinizante (esto último no está evidenciado suficientemente). Una vida más sana depende de muchos factores, y actualmente
no hay dudas de que estos alimentos te ayudarán a mejorar tu salud, aunque la
base científica no ofrezca una sólida evidencia y justificación. Para mí, una dieta óptima podría también tener en cuenta el adecuado balance ácido-alcalino como un factor más sobre el que
interactuar, si bien no hay ninguna evidencia científica que demuestre que la relación entre una dieta ácida y la aparición de enfermedad. Se trata más de hacer hincapié en el consumo de frutas y verduras frescas de temporada (que coincide con los alimentos alcalinizantes) y evitar el abuso de carnes, embutidos, quesos, azúcares refinados, etc (que coinciden con los alimentos acidificantes) pero manteniendo un adecuado equilibrio en macro y micronutrientes, así como en el aporte de fitoquímicos.
En resumen, la dieta alcalina no tiene base ni fundamento científico evidenciado pero como recomienda más verduras y frutas frente a menos carnes, grasas saturadas y azúcares refinados, pues coincide en aspectos generales con lo que hay que hacer en una dieta saludable, pero sin la necesidad de tener que estar pendiente del pH de la orina o de la saliva.
En cuanto a su relación con el cáncer, se basan en que en modelos de laboratorio aislados, las células se desenvuelven bien en un ambiente ácido mientras que no lo hacen en un ambiente alcalino. Esto no es equiparable a un organismo humano. Podéis leer más en el siguiente enlace:
- http://preventcancer.aicr.org/site/News2?page=NewsArticle&id=13441
En resumen, la dieta alcalina no tiene base ni fundamento científico evidenciado pero como recomienda más verduras y frutas frente a menos carnes, grasas saturadas y azúcares refinados, pues coincide en aspectos generales con lo que hay que hacer en una dieta saludable, pero sin la necesidad de tener que estar pendiente del pH de la orina o de la saliva.
En cuanto a su relación con el cáncer, se basan en que en modelos de laboratorio aislados, las células se desenvuelven bien en un ambiente ácido mientras que no lo hacen en un ambiente alcalino. Esto no es equiparable a un organismo humano. Podéis leer más en el siguiente enlace:
- http://preventcancer.aicr.org/site/News2?page=NewsArticle&id=13441