La
Macrobiótica no es sólo una forma de comer sino que hace alusión a un estilo de
vida, en el que además de la alimentación influyen el modo de pensar y de vivir,
tanto en la esfera física como en la psicológica, emocional y espiritual.
Desde un punto
de vista etimológico, la palabra macrobiótica hace referencia a una vida larga
o grande: macro (macro = grande, largo) y biótico (bios = vida).
Se trata de
una concepción holística en la que cada uno elige su camino pero respetando las
Leyes de la Naturaleza y a todos los
seres de nuestro entorno.
Desde
Hipócrates se aborda el concepto de la macrobiótica como un estilo de vida
basado en la alimentación y unos hábitos saludables; en el Siglo XVIII lo retoma
un médico alemán –C. W. Von Hufeland- que escribe un libro que podemos traducir
como “Macrobiótica o el arte de prolongar la vida humana” que además de retomar
la visión hipocrática parece ser que también tuvo presente las enseñanzas de
Ekiken Kaibara, autor de Yokojun (El
secreto japonés de la salud) en donde
recogía secretos para llevar una vida larga y sana.
La cultura
oriental es la cuna de donde resurge la macrobiótica moderna, especialmente en
la figura de Sagen Ishizuka -1850-1910- quien recibió una gran influencia de autores como Kaibara. Sin embargo, fue su
discípulo Yukikazu Sakurazawa (1893-1966, conocido como George Oshawa) quien divulgó por todo el Japón y por Europa el
movimiento que su maestro había creado conocido como Shoku-Yo, pero supo hacer
un abordaje basado en el pensamiento oriental adaptado a las ideas occidentales
creando las bases de la macrobiótica
moderna. Posteriormente su alumno Michio
Kushiy su esposa Aveline difundió por todo occidente y que son quienes
acercaron los conceptos de la macrobiótica moderna a nuestra cultura
occidental.
En occidente
nace y cobra fuerza como un movimiento social, como una ideología de vida; sin
embargo, la macrobiótica moderna hoy evoluciona por su finalidad terapéutica y especialmente
por su uso como un instrumento preventivo y para lograr un estilo de vida
saludable.
La
Macrobiótica se adapta a cada persona y es flexible, pues se ha de adaptar a
las necesidades de cada individuo y de cada momento (especialmente desde un punto de vista energético Yin/Yang). Pero como es lógico, se
han asentado unas bases que os trataré de resumir en estas entradas del blog.
La adaptación
y su flexibilidad hacen de ésta una corriente abierta a todos aquellos que
quieran evolucionar en su desarrollo personal desde un punto de vista integral,
aceptando la pluralidad de las ideas y la diversidad en las relaciones humanas.
En cuanto a
los hábitos dietéticos, vuelven a estar presentes en un tipo de dieta que se está imponiendo con nombre
propio los aspectos dietéticos como el NO a la carne, a los azúcares y a los
alimentos refinados, siendo la base
de la alimentación son los cereales, las verduras y las legumbres, que son aspectos claves de las recomendaciones actuales en las dietas más sanas y equilibradas de este siglo XXI.
Otros aspectos de especial interés
son: consumir preferentemente alimentos de la región y de temporada (pues
en las estaciones no sólo cambian los alimentos sino también nuestras
necesidades); el consumo de productos ecológicos y biológicos, evitando los
productos tratados con sustancias químicas y los transgénicos de modo que evitemos
así consumir pesticidas y mejorar el medio ambiente al favorecer los cultivos
ecológicos.
En su visión
global, también se fomenta la adquisición de estos productos en el pequeño
comercio tanto a empresas familiares como a
pequeños productores o cooperativas; de modo que también luchemos contra
el sistema globalizado de los hipermercados y de las grandes superficies,
favoreciendo la economía local –como veis es una filosofía de vida-.
En la siguiente entrada os explicaré más acerca de cómo es la dieta macrobiótica.
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