La
báscula nos marca un valor con el que nos sentimos o no satisfechos; sin
embargo, es la visualización de nuestra silueta la que realmente condiciona que
nos sintamos bien o no.
Cuando
el estímulo que percibimos coincide con nuestros estándares aprendidos de lo
que está bien para nosotros, genera una respuesta positiva que nos hace
sentirnos a gusto.
Esta
satisfacción depende de nuestra percepción.
En la percepción, a los estímulos recibidos por nuestros sentidos –en este caso
visualizar nuestra imagen ante un espejo o una fotografía- se suman aspectos
internos propios de cada individuo que generan respuestas diferentes. Explicándolo de un modo
sencillo, percibir es el resultado de sumar al estímulo “real” la interpretación
que cada uno realiza del mismo en base a sus experiencias y circunstancias
personales. Por ejemplo, la visión de una araña puede generar una
reacción de pánico en una persona mientras en otra genera una sensación
indiferente o incluso de agrado. En este ejemplo se entiende que un mismo
estímulo -la araña- genera respuestas diferentes en base a las experiencias
previas de cada individuo.
Sin
embargo, no siempre es así pues hay otros factores que influyen en el peso y
que no se incluyen en este índice –IMC- como son la estructura de la persona
(huesos y músculos), el porcentaje y distribución de la grasa o bien la
presencia de situaciones especiales como son retención de líquidos, embarazo u
otras muchas circunstancias que pueden condicionar el peso.
Para
clasificar el bajo peso, normopeso, sobrepeso y la obesidad se recurre a este
índice que relaciona el peso con la estatura –IMC-; sin embargo, la obesidad
se define como una acumulación de masa grasa que puede ser perjudicial para la
salud. Cada vez cobra más relevancia desde un punto de vista de la salud,
no sólo la presencia de un exceso de grasa, sino también su distribución y tipo
de grasa (blanca o parda) y que abordaré en otra entrada futura.
En base a todo lo anterior cual
es el peso ideal de cada persona: sin pretender que esto sea un documento
científico y con el ánimo de ayudaros en la toma de decisiones vamos a valorar
lo que yo considero debe ser tenido en cuenta para que decidas cuál es tu peso
ideal -en adultos- para que sea un “peso sano”:
1º.- Índice de Masa Corporal
-IMC-: debe estar dentro de los parámetros establecidos para adultos por la
OMS -un IMC entre 18 y 25 (Kg/m²)-.
2º.- En el caso de no figurar en ese margen, ajustar el peso a la
complexión física (especialmente en
lo referente a la estructura ósea y desarrollo muscular) y evaluar la
influencia en el peso de otros aspectos especiales como son el desarrollo del embarazo
o bien padecer patologías que influyen en el peso a través de la retención de
líquidos u otras situaciones menos habituales que deberán ser descartadas por
tu médico.
3º.- Perímetros corporales:
especialmente la circunferencia de la cintura y de la cadera. Se establecen
unos valores máximos en hombre y mujeres que no han de sobrepasarse para no
incrementar el riesgo para tu salud.
4º.- Porcentaje graso:
valorar el % de masa grasa mediante bioimpedancia eléctrica y estar en los
límites de la normalidad para sexo, estatura y edad.
5º.- Ausencia de conductas de riesgo para mantener el peso ideal y
un estado nutricional adecuado:
considero que también debe tenerse en cuenta que para estar en situación de
peso ideal, este debe ser mantenido con conductas que no pongan en riesgo la
salud individual de cada persona. Es por ello que para definir el peso ideal,
deben de cumplirse todos los puntos (del 1 al 5) y además el que no se ponga en
riesgo la salud mediante uso de sustancias o medicamentos (salvo prescripción y
control médico), abuso de sustancias que a dosis normales no causan riesgo o
conductas de riesgo como ayunos prolongados, provocación de vómitos,
desequilibrios nutricionales importantes por dietas extremas, etc.
6º.- Percepción de la autoimagen corporal (la Silueta): he dejado
este punto para el final pues los anteriores son datos objetivos ajenos a
nuestro criterio y percepción individual; pero considero -bajo mi criterio
médico- que se debe incluir este punto de gran relevancia, especialmente
hablando de salud mental.
Nota: En este caso se han de
excluir trastornos de la conducta alimentaria como son la anorexia nerviosa en
la que la percepción de la autoimagen corporal está dañada y siguen viéndose “gordas”
a pesar de estar en estados de extrema delgadez y desnutrición que pueden
llegar a acabar con su vida. En estos casos, no se cumplirán con los criterios
anteriores (1+2+3+4+5).
PESO IDEAL = 1+2+3+4+5+6
Si
cumplimos con todo lo anterior podremos considerar que ese es nuestro peso
ideal, y que con el tenemos un menor riesgo de sufrir patologías crónicas que
limiten nuestra calidad de vida actual y futura además de evitar sufrir
complejos que afecten a nuestra salud mental.
Este
punto nº 6 lo abordaré en una próxima entrada pues es un aspecto muy relevante
y que condiciona muchos aspectos de la vida cotidiana en muchas personas, por
lo que debe ser tenido muy en cuenta en esos casos y es lo suficientemente
importante como para dedicarle un tema entero ya que hay que abordarlo desde un
punto de vista global, atendiendo esos aspectos “estéticos” de un modo
personalizado y con herramientas y estrategias distintas a la dieta.
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